La descentralización en las criptomonedas es posible gracias a la tecnología subyacente: blockchain. Una blockchain o cadena de bloques es esencialmente un libro de contabilidad digital distribuido compartido a través de una red de computadoras. En lugar de una base de datos central que administra una sola autoridad, muchos participantes mantienen una copia del libro mayor y lo actualizan juntos mediante consenso.
Por ejemplo, cada nodo completo de Bitcoin almacena el historial completo de todas las transacciones de Bitcoin (que asciende a alrededor de 500 GB de datos a partir de 2025) y coteja las nuevas transacciones con este historial. Debido a que cada registro de transacciones está de forma redundante en manos de miles de nodos, el sistema no depende de un solo servidor o centro de datos. Si un nodo se desconecta, la red sigue funcionando. Para agregar nuevos datos (un lote de transacciones recientes, conocido como bloque) a la blockchain, los participantes utilizan mecanismos de consenso (como el algoritmo Proof of Work [prueba de trabajo] de Bitcoin o Proof of Stake [prueba de participación] en otras redes como Ethereum) para acordar qué bloque es válido y debe agregarse a continuación. Este proceso garantiza que ningún participante pueda falsificar o alterar transacciones a voluntad: si un actor malicioso intenta hacer trampa (por ejemplo, creando una transacción falsa o cambiando el historial), el resto de los nodos honestos simplemente rechazarán esos datos no válidos. De esta manera, las reglas del sistema son aplicadas colectivamente por la red, en lugar de confiar en un guardián central.

La tecnología blockchain crea así un sistema “sin necesidad de confianza”, lo que no significa que no exista necesidad confianza, sino que no se tiene que confiar en ningún intermediario o autoridad. Solo necesitas confiar en el código del sistema y las reglas de consenso, que se conocen de manera transparente y son aplicadas por todos. Así es como las redes de criptomonedas pueden funcionar sin bancos o gobiernos a cargo: los usuarios de cualquier parte del mundo pueden realizar transacciones directamente entre sí, y las reglas integradas de la red (ejecutadas por todos esos nodos) garantizan que las transacciones sean válidas y seguras. El resultado es un sistema de dinero peer-to-peer (y otros activos digitales) que es resistente a la censura y altamente resistente. No hay un “interruptor de apagado” central. Mientras algunos nodos en el mundo sigan funcionando, la blockchain permanece viva y las transacciones se pueden procesar.
Muchas criptomonedas han ampliado el modelo de descentralización de Bitcoin de varias maneras. Ethereum, por ejemplo, es una plataforma blockchain descentralizada y de código abierto que admite contratos inteligentes y aplicaciones descentralizadas (dApps). Ethereum demostró que la descentralización no es solo para el dinero digital, sino que también puede servir como una plataforma informática global descentralizada.
En Ethereum, los programas llamados contratos inteligentes se ejecutan en miles de computadoras en todo el mundo en lugar de en el servidor de una sola empresa. Esto significa que una aplicación o juego de préstamos creado como un contrato inteligente en Ethereum no está controlado por una sola entidad. Una vez que el código (reglas) se implementa en la blockchain, se ejecuta de forma autónoma y puede ser utilizado por cualquier persona. Ether (ETH) es la criptomoneda nativa que impulsa esta red y, al igual que Bitcoin, Ethereum es mantenido por una comunidad de nodos y validadores (anteriormente mineros) en lugar de un administrador central. En 2022, Ethereum incluso reforzó su infraestructura descentralizada al pasar de un sistema de minería de prueba de trabajo a un sistema de validación de prueba de participación, una actualización conocida como “The Merge“ (fusión). Este cambio (ejecutado el 15 de septiembre de 2022) completó el movimiento de Ethereum hacia un mecanismo de consenso más eficiente energéticamente, asegurando aún más la red a través de un conjunto distribuido de validadores que apuestan ETH, en lugar de un pequeño grupo de mineros. La conclusión es que las blockchains combinan criptografía, algoritmos de consenso y redes distribuidas para lograr la descentralización. Eliminan la necesidad de confiar en un solo actor al hacer que toda la red sea colectivamente responsable de verificar y registrar lo que sucede.