
(Fuente: Departamento de Eficiencia Gubernamental)
A principios de este año, Estados Unidos recibió una nueva administración que puso el foco en simplificar las agencias gubernamentales y mejorar la eficiencia administrativa. Dentro de su estrategia central, la administración creó el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Este departamento fue considerado la piedra angular de la reforma administrativa durante el segundo mandato de Trump, con expectativas de continuidad, quizá hasta 2026. Sin embargo, informes recientes confirman que esta iniciativa tan esperada se retiró discretamente mucho antes de la mitad del mandato.
Preguntado por los medios sobre la situación de DOGE, Scott Kupor, director de la Oficina de Gestión de Personal de EE. UU. (OPM), respondió de forma directa: el Departamento de Eficiencia Gubernamental ha dejado de estar operativo y no se reconoce como entidad administrativa independiente y centralizada. Sus competencias y funciones han sido transferidas íntegramente a otros organismos públicos, culminando el proceso de reorganización y optimización de DOGE. Además, documentos filtrados demuestran que la Oficina de Gestión de Personal ha asumido las funciones esenciales de DOGE y es ahora la agencia principal encargada de esas responsabilidades.
En sus inicios, DOGE acaparó la atención al reunir a figuras destacadas de la industria tecnológica, entre ellos Elon Musk y miembros clave de su equipo. Tras la pérdida de influencia de DOGE, muchos de estos líderes pasaron a la nueva entidad pública: el Estudio Nacional de Diseño.
Este organismo, dirigido por Joe Gebbia, cofundador de Airbnb y fundado por orden ejecutiva en agosto, lidera ahora la renovación y modernización de los sitios web y servicios digitales del gobierno estadounidense. El cambio de rumbo es evidente: se ha pasado de la consolidación y reducción de costes a la mejora de la experiencia de usuario y la actualización de los servicios públicos.
Durante su lanzamiento, DOGE afirmó repetidamente haber recortado cientos de miles de millones en gastos, pero nunca se verificaron esas cifras públicamente. La ausencia de transparencia impidió que analistas financieros externos pudiesen evaluar el verdadero efecto de las reformas. Sin informes ni supervisión financiera, crecieron las dudas sobre la efectividad de DOGE y se debilitó su credibilidad como referente de reforma. La incapacidad del departamento para institucionalizar la transparencia pública provocó el rápido declive de DOGE y puso de manifiesto las dificultades de adaptar grandes objetivos a la estructura gubernamental existente.
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La creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental fue símbolo del afán innovador de la nueva administración. Su pronta desaparición evidenció la complejidad de la reforma institucional. Aunque DOGE se desvaneció silenciosamente, parte de sus competencias continúan en otros organismos bajo nuevas formas. El enfoque ha evolucionado, pasando de la simplificación drástica a la optimización y el rediseño visible. La breve existencia de DOGE constituye un ejemplo significativo en el proceso de reforma de la administración: empezó con grandes expectativas y terminó discretamente, generando una nueva reflexión sobre el ritmo y la dirección de la transformación del gobierno estadounidense.





