Ayer vi un fenómeno increíble de la naturaleza: ¡un pingüino con plumaje amarillo-dorado! Estos animalitos tan raros son así debido a una condición genética llamada leucismo. ¡No lo confundan con albinismo! El leucismo solo hace perder parte de la pigmentación, por lo que sus ojitos siguen siendo normales mientras exhiben esas plumas amarillentas en lugar del clásico blanco y negro.
Encontré este tesoro en la Isla Georgia del Sur, allá en los confines de la Antártida. ¡Qué suerte la mía! Los biólogos se vuelven locos con estas anomalías, y no es para menos. ¡Imagina solo este pingüinito dorado entre todos los demás iguales!
Pero confieso que me dio pena el bichito. Esa coloración diferente debe ser una pesadilla para su supervivencia. Los depredadores lo ven desde lejos, ¡parece un faro ambulante! Y además debe sufrir acoso en la colonia, como si ya no fuera suficiente la dureza de la vida antártica.
La verdad, estas mutaciones son fascinantes pero crueles. La naturaleza no perdona lo diferente. Aun así, ver a ese pingüino dorado brillando entre los otros fue una experiencia única que nunca olvidaré.
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El pingüino rubio que me dejó fascinado
Ayer vi un fenómeno increíble de la naturaleza: ¡un pingüino con plumaje amarillo-dorado! Estos animalitos tan raros son así debido a una condición genética llamada leucismo. ¡No lo confundan con albinismo! El leucismo solo hace perder parte de la pigmentación, por lo que sus ojitos siguen siendo normales mientras exhiben esas plumas amarillentas en lugar del clásico blanco y negro.
Encontré este tesoro en la Isla Georgia del Sur, allá en los confines de la Antártida. ¡Qué suerte la mía! Los biólogos se vuelven locos con estas anomalías, y no es para menos. ¡Imagina solo este pingüinito dorado entre todos los demás iguales!
Pero confieso que me dio pena el bichito. Esa coloración diferente debe ser una pesadilla para su supervivencia. Los depredadores lo ven desde lejos, ¡parece un faro ambulante! Y además debe sufrir acoso en la colonia, como si ya no fuera suficiente la dureza de la vida antártica.
La verdad, estas mutaciones son fascinantes pero crueles. La naturaleza no perdona lo diferente. Aun así, ver a ese pingüino dorado brillando entre los otros fue una experiencia única que nunca olvidaré.
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