Brookfield acaba de lanzar una bomba en el mundo de las inversiones. Están poniendo en marcha un nuevo fondo centrado en la IA, y aquí viene lo interesante: tienen como objetivo desplegar hasta $100 mil millones en capital en mercados globales.

Esto no es un programa piloto modesto. Hablamos de grandes sumas de dinero institucional fluyendo hacia infraestructuras y aplicaciones de inteligencia artificial. La magnitud por sí sola indica hacia dónde cree el dinero inteligente que se dirige la próxima década.

¿Qué lo hace interesante? Los grandes gestores de activos no lanzan fondos de nueve cifras por simple entusiasmo. Han identificado claramente la IA como un cambio estructural por el que merece la pena posicionarse de forma agresiva. Ya sean centros de datos, fabricantes de chips o empresas nativas de IA, ese capital tiene que ir a algún sitio.

Para quienes siguen las tendencias macroeconómicas, esta es otra señal de que las finanzas tradicionales están apostando todo por la transformación de la IA. La cuestión no es si esto remodelará los mercados, sino qué sectores serán los primeros en subirse a la ola.