La minería de Bitcoin, cuanto más la analizo, más surrealista me parece: aquella revolución descentralizada que se proclamaba a gritos, ahora se ha convertido descaradamente en un negocio centralizado de imprimir dinero.

Resumiendo, la historia es la siguiente: un grupo de idealistas empezó clamando por romper monopolios y lograr la igualdad para todos, pero con el tiempo acabaron convertidos en los nuevos monopolistas, usando el “progreso tecnológico” como cortina de humo.

**Era CPU: aquellos ideales que perseguimos**

Los primeros días en los que se podía minar con un ordenador doméstico eran la verdadera “participación abierta para todos”. Cualquiera podía aportar potencia de cómputo y todos tenían la oportunidad de minar monedas. ¿Pero cuánto duró esa imagen idílica? Con la aparición de los primeros equipos de minería profesionales, la capacidad de los ordenadores corrientes fue aplastada al instante. El tan cacareado derecho a la participación igualitaria resultó ser tan frágil como el papel frente a la carrera armamentística del hardware.

**ASICs: el acelerador de la concentración de poder de hash**

Desde Butterfly Labs hasta Whatsminer, cada iteración de hardware ha reforzado una realidad: la minería se ha transformado en una industria intensiva en capital. Actualmente, unos pocos pools de minería controlan la mayor parte del poder de hash global; cuando estos gigantes estornudan, toda la red tiembla tres veces. Aquella herramienta creada para “combatir la centralización” se ha convertido hoy en la entidad más centralizada de todas. ¿La gente corriente? Hace tiempo que dejó de ser participante para convertirse en simple espectadora.

**Mineras cotizadas: el guion más surrealista**

Más irónico aún es que empresas mineras como Marathon o Riot hayan salido a bolsa en Wall Street, usando el dinero de los mercados tradicionales para comprar equipos de minería en masa y vendiendo luego los bitcoins extraídos a pequeños inversores. El Bitcoin, que pretendía desafiar al sistema financiero tradicional, ha acabado siendo la fuente de flujo de caja favorita del capital convencional. Ni el mejor guionista se atrevería a escribir semejante giro de los acontecimientos.

**La esencia es esta:**
La minería era al principio como una cocina abierta, donde todos podían aportar ingredientes y cocinar juntos. ¿Y ahora? La cocina ha sido privatizada por unos pocos chefs que, con equipos industriales, monopolizan todo el proceso; tú solo puedes pagar por el plato terminado y encima darles las gracias por “mejorar la tecnología”. Ya no eres co-creador, solo eres un usuario de pago.

No te autoengañes. El mantenimiento de la seguridad de la red Bitcoin ya no tiene nada que ver con la gente corriente; es un campo de juego para el capital y los gigantes mineros. A quienes aún estudian el rendimiento del último modelo de máquina de minería, os deseo que recuperéis la inversión pronto… si la factura de la luz lo permite.

(Este texto es una opinión personal y no constituye recomendación de inversión alguna. El mercado cripto conlleva riesgos extremadamente altos; participa con cautela.)