El mercado actual es tan absurdo que resulta increíble: lanzas cualquier token llamado "DOYR" y puede despegar sin que nadie entienda la lógica detrás. Sabes perfectamente que no tiene narrativa, ni equipo, ni sentido, ni siquiera llega a ser un meme; es simplemente el resultado de una acumulación de emociones. Pero, aun así, sube, y eso es lo más surrealista de todo.
Cuanto más estudias los fundamentales, más te das cuenta de que no sirven; cuanto más intentas entender las reglas, más claro queda que aquí no hay reglas en absoluto. A veces parece que todo el mundo está esperando una excusa para lanzarse al pool, da igual si esa razón es un chiste, una palabra en pinyin o una muletilla: si es lo suficientemente ligera y divertida, siempre habrá quien apueste.
Así es este lugar: lo absurdo no es la excepción, es la norma. Lo realmente desconcertante no es que este tipo de tokens suban, sino que, sabiendo lo absurdos que son, aún haya gente que se lanza tras ellos de manera aún más absurda.
¿Dices que es raro? Pues en realidad no lo es, porque aquí no se trata de valor, sino de emociones; ¿Dices que tiene sentido? Para nada, pero aun así, está más vivo que nunca.
Este es el mercado en el que estamos cada día: donde un chiste puede convertirse en tendencia, y un meme en riqueza. ¿Es absurdo? Lo es, y mucho. Pero, aun así, todos esperan con ganas a ver cuándo ocurrirá la próxima locura.
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El mercado actual es tan absurdo que resulta increíble: lanzas cualquier token llamado "DOYR" y puede despegar sin que nadie entienda la lógica detrás. Sabes perfectamente que no tiene narrativa, ni equipo, ni sentido, ni siquiera llega a ser un meme; es simplemente el resultado de una acumulación de emociones. Pero, aun así, sube, y eso es lo más surrealista de todo.
Cuanto más estudias los fundamentales, más te das cuenta de que no sirven; cuanto más intentas entender las reglas, más claro queda que aquí no hay reglas en absoluto. A veces parece que todo el mundo está esperando una excusa para lanzarse al pool, da igual si esa razón es un chiste, una palabra en pinyin o una muletilla: si es lo suficientemente ligera y divertida, siempre habrá quien apueste.
Así es este lugar: lo absurdo no es la excepción, es la norma.
Lo realmente desconcertante no es que este tipo de tokens suban, sino que, sabiendo lo absurdos que son, aún haya gente que se lanza tras ellos de manera aún más absurda.
¿Dices que es raro? Pues en realidad no lo es, porque aquí no se trata de valor, sino de emociones;
¿Dices que tiene sentido? Para nada, pero aun así, está más vivo que nunca.
Este es el mercado en el que estamos cada día: donde un chiste puede convertirse en tendencia, y un meme en riqueza.
¿Es absurdo? Lo es, y mucho.
Pero, aun así, todos esperan con ganas a ver cuándo ocurrirá la próxima locura.