Ayer fui a comprar cigarrillos, compré una bolsa de 20, le di al dueño 50, me devolvió 40, yo actué como si no supiera, lo guardé en el bolsillo y me fui. No caminé mucho cuando el dueño me gritó: ¡no has recogido tus cigarrillos! Lloré de emoción, saqué diez pesos y le dije al dueño: me devolviste diez pesos de más. El dueño también lloró de emoción: joven, trae los cigarrillos, te cambiaré por una bolsa. Al fumar el cigarrillo nuevo que me dio el dueño, ese sabor puro me conmovió nuevamente: ¡dueño, trae ese billete de 50 que te di, déjame cambiarlo! El dueño, al recibir el billete de 50, también se conmovió de nuevo: joven, dame el dinero que te devolví, también te lo cambiaré. Al recibir el dinero que el dueño me devolvió, también me conmoví de nuevo, saqué un teléfono del bolsillo: dueño, aquí tienes tu teléfono de vuelta. El dueño, con lágrimas en los ojos, temblando, sacó una billetera: joven, aquí tienes tu billetera. En ese momento ya no pude contenerme, me arrodillé en el suelo abrazando la pierna del dueño y lloré: ¡hermano, ve al hotel de al lado, habitación 304, y trae a tu hija que está en la primaria a casa! El dueño, sorprendido, suspiró y gritó hacia la tienda: ¡Hongxing, no te escondas, sal y regresa con tu esposo! Yo miré con asombro a la mujer que salió de la tienda, sacudí la cabeza y dije: "hermano, mejor llévate este medicamento." Al recibir la penicilina que le ofrecí, el dueño, tras leer el prospecto, bajó la cabeza avergonzado y dijo: "Olvídalo, este medicamento no lo necesito, soy portador del virus hv, ¡lo siento, hermano!" Mi corazón se heló al instante, pero la sinceridad del dueño me brindó un calor que nunca había sentido. Dije: "hermano, estuve a punto de hacer algo de lo que me arrepentiría toda la vida. Para ser honesto, esa pomada no es penicilina, ¡es un veneno!" El dueño meditó un momento, con las lágrimas aún frescas en sus ojos, cerró los ojos y suspiró al cielo: "Joven, en realidad no estoy enfermo, tu honestidad realmente conmueve, ¡debería morir!" Me alegró que lo entendiera mientras me frotaba la punta de la nariz. Dije: "dueño, no digas eso, ¡yo soy el que debería morir! En realidad, tu hija no está al lado, ¡te estafé!" El dueño movió la mano y dijo: "joven, no pasa nada, no pasa nada, además, mira bien, esta no es tu esposa, ¡tu esposa no se llama Hongxing!" De repente entendí, una corriente cálida me envolvió: "jajaja, hermano, en realidad no tengo nada en esa billetera, la recogí de la calle." Saqué la billetera y la agité frente a él. El dueño dijo: "joven, ese teléfono también es solo un modelo, no me creas, mira," sacó el teléfono, y la pantalla era solo un papel de colores pegado. Nos miramos a los ojos, llorando suavemente de la conmoción mutua. Dije con voz nasal: "hermano, en realidad esos 50 que te di también son falsos!" El dueño movió la cabeza levemente, una lágrima brillante cayó al suelo: "joven, devolverte tu cambio en realidad... ay, trámelo, te lo cambiaré de nuevo." Mis lágrimas fluyeron como una represa rota, en mi retina borrosa lo vi encorvado, revisando cuidadosamente la caja de dinero. Finalmente no pude resistir y dije: "hermano, en realidad no sé fumar. Vine solo para gastar el dinero falso!" El hermano me dio una palmadita en el hombro y dijo en voz baja: "joven, para ser honesto, en realidad esta no es mi tienda. Solo soy un estúpido comerciante de criptomonedas, hoy estoy apostando por trx."