La industria global de semiconductores está entrando en una nueva fase de inestabilidad a medida que Estados Unidos y China reavivan su guerra comercial tecnológica, amenazando con interrumpir el suministro de materiales críticos para la fabricación de chips.
China ha endurecido su control sobre las exportaciones de minerales de tierras raras, introduciendo reglas amplias que requieren la aprobación del gobierno para cualquier envío que contenga incluso trazas de estos materiales. Este movimiento otorga efectivamente a Pekín el poder de veto sobre la producción global de semiconductores, ya que las tierras raras son indispensables para la fabricación de chips avanzados y el equipo utilizado para producirlos.
La respuesta de Washington fue rápida. El presidente Donald Trump anunció un arancel del 100% sobre los bienes chinos y nuevas restricciones a la exportación que apuntan al software de diseño de chips de EE. UU. Las medidas están destinadas a contrarrestar lo que Trump describió como un "acto hostil", aunque los analistas advierten que podrían profundizar la brecha tecnológica entre las dos economías más grandes del mundo.
Los líderes de la industria ahora están compitiendo para evaluar la exposición. Empresas como Intel, Samsung y TSMC enfrentan posibles retrasos mientras los proveedores se apresuran a reemplazar insumos chinos. Los precios de componentes clave de tierras raras, especialmente imanes utilizados en sistemas de litografía, han aumentado en los últimos días.
Para ASML, la empresa holandesa cuyas máquinas de litografía son vitales para la fabricación avanzada de chips, incluso pequeñas interrupciones podrían detener las entregas durante semanas. Los expertos temen que los efectos en cadena podrían ralentizar el lanzamiento de hardware de IA y computación de próxima generación, que ya están poniendo a prueba la capacidad de producción global.
"China ha esencialmente tomado como rehén al mundo de los semiconductores," dijo Gracelin Baskaran del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales. Sin producción nacional en EE. UU. de tierras raras refinadas y con alternativas europeas que estarán disponibles en años, la industria enfrenta costos crecientes, innovación más lenta y cuellos de botella en el suministro prolongados, señalando una nueva y volátil etapa en la rivalidad tecnológica global.
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La guerra global de chips se intensifica a medida que las tensiones entre EE. UU. y China afectan la cadena de suministro de tierras raras
La industria global de semiconductores está entrando en una nueva fase de inestabilidad a medida que Estados Unidos y China reavivan su guerra comercial tecnológica, amenazando con interrumpir el suministro de materiales críticos para la fabricación de chips.
China ha endurecido su control sobre las exportaciones de minerales de tierras raras, introduciendo reglas amplias que requieren la aprobación del gobierno para cualquier envío que contenga incluso trazas de estos materiales. Este movimiento otorga efectivamente a Pekín el poder de veto sobre la producción global de semiconductores, ya que las tierras raras son indispensables para la fabricación de chips avanzados y el equipo utilizado para producirlos.
La respuesta de Washington fue rápida. El presidente Donald Trump anunció un arancel del 100% sobre los bienes chinos y nuevas restricciones a la exportación que apuntan al software de diseño de chips de EE. UU. Las medidas están destinadas a contrarrestar lo que Trump describió como un "acto hostil", aunque los analistas advierten que podrían profundizar la brecha tecnológica entre las dos economías más grandes del mundo.
Los líderes de la industria ahora están compitiendo para evaluar la exposición. Empresas como Intel, Samsung y TSMC enfrentan posibles retrasos mientras los proveedores se apresuran a reemplazar insumos chinos. Los precios de componentes clave de tierras raras, especialmente imanes utilizados en sistemas de litografía, han aumentado en los últimos días.
Para ASML, la empresa holandesa cuyas máquinas de litografía son vitales para la fabricación avanzada de chips, incluso pequeñas interrupciones podrían detener las entregas durante semanas. Los expertos temen que los efectos en cadena podrían ralentizar el lanzamiento de hardware de IA y computación de próxima generación, que ya están poniendo a prueba la capacidad de producción global.
"China ha esencialmente tomado como rehén al mundo de los semiconductores," dijo Gracelin Baskaran del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales. Sin producción nacional en EE. UU. de tierras raras refinadas y con alternativas europeas que estarán disponibles en años, la industria enfrenta costos crecientes, innovación más lenta y cuellos de botella en el suministro prolongados, señalando una nueva y volátil etapa en la rivalidad tecnológica global.