Siempre me ha fascinado la historia de Stallone. No solo la versión de Hollywood, sino la cruda y áspera verdad detrás de esa icónica cara gruñona que se convirtió en su sello.
El chico nació literalmente con defectos: los doctores se equivocaron en su parto, le cortaron un nervio y dejaron la mitad de su cara paralizada para siempre. ¿Puedes imaginarte entrar a audiciones en una Nueva York despiadada con un habla arrastrada y una expresión congelada? No es de extrañar que nadie quisiera tocarlo.
Cuando tocó fondo, no fue un lindo montaje de película. Estaba durmiendo en una terminal de autobuses con su perro Butkus, su único amigo en el mundo. Y luego lo vendió. Por veinticinco dólares. Ni siquiera puedo imaginar cuán desesperado tienes que estar para vender a tu único compañero.
Pero aquí es donde se vuelve interesante. La pelea de Ali encendió algo en él. Tres días, eso es todo lo que tomó para escribir Rocky. No semanas de cuidadosa elaboración, sino una explosión desesperada y furiosa de creatividad.
Los estudios querían su guion pero no a él. Clásico bullshit de Hollywood. Vieron signos de dólar pero no pudieron ver más allá de su cara "defectuosa". Lo que amo es que Stallone les dijo que se jodan. Ya no estaba suplicando.
¿Lo primero que hizo con su dinero? Localizó a Butkus y pagó $15,000 para recuperarlo—¡600 veces lo que le pagó! Eso no era un negocio. Eso fue puro corazón.
Rocky lo hizo rico, claro. Tres Oscars y $200 millones en su bolsillo. Pero verlo abrirse camino hasta la cima a pesar de esa cara paralizada? Ese es el verdadero nocaut.
A veces nuestras mayores fortalezas provienen de nuestros defectos más obvios. Stallone no pudo cambiar su rostro, así que hizo que el mundo se enamorara de él en su lugar.
Ver originales
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
El camino difícil: Cómo un hombre con una cara paralizada desafió a Hollywood
Siempre me ha fascinado la historia de Stallone. No solo la versión de Hollywood, sino la cruda y áspera verdad detrás de esa icónica cara gruñona que se convirtió en su sello.
El chico nació literalmente con defectos: los doctores se equivocaron en su parto, le cortaron un nervio y dejaron la mitad de su cara paralizada para siempre. ¿Puedes imaginarte entrar a audiciones en una Nueva York despiadada con un habla arrastrada y una expresión congelada? No es de extrañar que nadie quisiera tocarlo.
Cuando tocó fondo, no fue un lindo montaje de película. Estaba durmiendo en una terminal de autobuses con su perro Butkus, su único amigo en el mundo. Y luego lo vendió. Por veinticinco dólares. Ni siquiera puedo imaginar cuán desesperado tienes que estar para vender a tu único compañero.
Pero aquí es donde se vuelve interesante. La pelea de Ali encendió algo en él. Tres días, eso es todo lo que tomó para escribir Rocky. No semanas de cuidadosa elaboración, sino una explosión desesperada y furiosa de creatividad.
Los estudios querían su guion pero no a él. Clásico bullshit de Hollywood. Vieron signos de dólar pero no pudieron ver más allá de su cara "defectuosa". Lo que amo es que Stallone les dijo que se jodan. Ya no estaba suplicando.
¿Lo primero que hizo con su dinero? Localizó a Butkus y pagó $15,000 para recuperarlo—¡600 veces lo que le pagó! Eso no era un negocio. Eso fue puro corazón.
Rocky lo hizo rico, claro. Tres Oscars y $200 millones en su bolsillo. Pero verlo abrirse camino hasta la cima a pesar de esa cara paralizada? Ese es el verdadero nocaut.
A veces nuestras mayores fortalezas provienen de nuestros defectos más obvios. Stallone no pudo cambiar su rostro, así que hizo que el mundo se enamorara de él en su lugar.