En nuestro último reposo, donde los cuerpos yacen en silencio. Allí, bajo la tierra, se encuentran tesoros invaluables - ideas geniales cuyo valor supera miles de millones, pero que fueron enterradas con sus dueños que no se atrevieron a convertirlas en una realidad tangible.

Es una escena lamentable imaginar esas creaciones creativas y visiones perspicaces, atrapadas en las mentes de sus propietarios, que nunca vieron la luz. ¿Cuántos inventos revolucionarios, proyectos pioneros o soluciones innovadoras a problemas difíciles permanecieron encerrados en ideas y no salieron a la existencia?

Quizás esta reflexión nos impulse a pensar detenidamente en el valor de las ideas que llevamos. Cada idea puede ser una semilla para un cambio radical en nuestro mundo. Pero la idea por sí sola, por grandiosa que sea, sigue siendo inútil a menos que se acompañe de trabajo y perseverancia para convertirla en realidad.

Hagamos de esta reflexión un incentivo para sacar nuestras ideas del ámbito del pensamiento al espacio de la ejecución. Quizás la idea que te ronda ahora sea la que cambiará el rostro del mundo mañana. No dejes que se entierre contigo, sino lucha con todas tus fuerzas para lograrla y llevarla a la luz.