

El burning de tokens cripto, conocido como token burn, es una práctica habitual en el sector de las criptomonedas que elimina de forma permanente tokens del mercado. Este método se utiliza fundamentalmente para generar un efecto deflacionario en el valor de un activo reduciendo su oferta, siguiendo el principio económico según el cual la escasez eleva el valor.
El burning de tokens es la destrucción intencionada y definitiva de una cantidad determinada de tokens, retirándolos del suministro circulante. Este proceso emplea una dirección especial denominada burn address o eater address. Estas direcciones solo pueden recibir criptomonedas y no generan clave privada, lo que impide acceder o mover los tokens enviados a ellas. Los tokens depositados en una burn address quedan bloqueados de manera irreversible; nadie puede reclamarlos y dejan de circular para siempre. Este mecanismo suele reflejar el compromiso a largo plazo del equipo del proyecto con su hoja de ruta.
El burning de tokens responde a estrategias tanto planificadas como reactivas. Básicamente, modifica el equilibrio entre oferta y demanda. Al retirar tokens del mercado, aumenta la escasez y, en teoría, el valor del activo. Los equipos de proyecto recurren al burning para reforzar el valor de sus posiciones, similar a las recompras de acciones en finanzas tradicionales. Los objetivos pueden ser: mejorar la percepción del mercado generando expectativa e interés, fomentar una minería equitativa impulsando una actividad constante y limitando ventajas iniciales, recompensar a holders a largo plazo incrementando su participación y el valor de sus tokens, y reforzar la utilidad de los tokens restantes haciéndolos más escasos y valiosos en las transacciones de la plataforma.
El burning de tokens ofrece beneficios estratégicos tanto para los proyectos como para los holders. El mecanismo Proof-of-Burn (PoB) permite a los usuarios demostrar compromiso con la red mediante la quema de tokens, y se considera más eficiente energéticamente que otros modelos de consenso. Entre las ventajas principales destacan: recuperación de precios en mercados bajistas, al reducir la oferta y favorecer subidas; estabilización del mercado mediante reducción de la volatilidad y demostración de compromiso por parte de los desarrolladores; incentivo a los usuarios—los holders actuales pueden ver crecer el valor de sus tokens, lo que fomenta la tenencia a largo plazo, mientras que nuevos usuarios se sienten atraídos por la expectativa de apreciación futura.
Pese a sus beneficios, el burning de tokens implica riesgos significativos. El principal es la percepción de manipulación de precios. Si no se explican claramente los motivos y resultados previstos, puede parecer una práctica manipuladora, algo problemático en una industria que valora la transparencia y la responsabilidad. La supervisión regulatoria también es relevante: como el burning afecta a la cotización, puede atraer la atención de los reguladores, quienes buscan evitar la manipulación y el fraude, con diferentes niveles de control según la jurisdicción. Algunos críticos sostienen que el burning aporta ventajas sobre todo cortoplacistas y no garantiza la sostenibilidad futura. Además, el burning es irreversible: una vez destruidos los tokens, no pueden recuperarse, y si la operación perjudica al proyecto, no hay vuelta atrás. Por eso, la planificación estratégica y la comunicación transparente son imprescindibles antes de ejecutar cualquier burning.
Algunos burnings emblemáticos han marcado la historia de las criptomonedas. Vitalik Buterin, cofundador de Ethereum, destruyó más de 410 billones de Shiba Inu (SHIB), valorados en miles de millones, tras recibirlos como parte de una campaña de marketing. Rechazó participar, envió la mayoría a una dirección muerta de blockchain y donó parte a obras benéficas. El caso de Terra es otro ejemplo relevante: Terraform Labs lanzó TerraUSD (UST), una stablecoin cuyo valor dependía de algoritmos y no de reservas, con LUNA como token asociado. Los usuarios alternaban la compra y quema de UST y LUNA para mantener el precio de UST en 1 dólar. Aunque inicialmente funcionó, el proyecto enfrentó graves problemas, evidenciando los riesgos de los mecanismos automáticos de burning. La EIP-1559 de Ethereum introdujo la quema de comisiones, donde cada transacción en la red elimina ETH, volviendo el activo deflacionario. Esto ha reducido la inflación de ETH y favorecido su acumulación y adopción como reserva de valor.
El burning de tokens se ha consolidado como una herramienta clave en el ecosistema cripto, utilizada por muchos proyectos para estabilizar el valor de sus tokens nativos, incentivar la tenencia a largo plazo y recompensar a usuarios fieles. Esta práctica se basa en la escasez y busca un efecto deflacionario que beneficie a los holders. Sin embargo, existen desafíos: riesgo de manipulación de precios, mayor supervisión regulatoria, beneficios limitados a corto plazo y la irreversibilidad de la quema. Además, el burning puede generar volatilidad en el proyecto y su token. Antes de invertir, es recomendable investigar a fondo y comprender la estrategia de burning del proyecto. La planificación rigurosa y la comunicación transparente con la comunidad son esenciales para que el burning impulse los objetivos a largo plazo.
Quemar un token es eliminarlo de la circulación de forma permanente. Esto reduce la oferta, puede aumentar su valor y refleja el compromiso con el proyecto.
Sí, XRP quema tokens mediante las comisiones de transacción. Este mecanismo es diferente al de otras criptomonedas. El burning sigue activo a 15 de diciembre de 2025.
Esa inversión hoy valdría unos 436 000 dólares, suficiente para cubrir gastos durante 12 años. El valor de Ethereum ha experimentado un fuerte crecimiento.
Sí, el burning de tokens suele ser positivo. Favorece el valor a largo plazo del activo y premia a los holders que hacen staking del token.








